miércoles, 30 de abril de 2008

Ayrton Senna Da Silva - 1º de mayo de 1994


"Imola iba a ser el punto de inflexión que marcaría el regreso del tricampeón a las victorias. A pesar de todo, tras los primeros minutos de las clasificatorias del viernes, su amigo Rubens Barrichello tuvo una violenta salida de pista, y sólo recobró el sentido en el hospital del circuito. Senna acudió inmediatamente al hospital para darle su apoyo. Estaba ansioso, inquieto y conmocionado.
El sábado se produjo la muerte de Roland Ratzemberger. El debutante piloto austríaco sufrió un accidente brutal y fatal. Mientras que Barrichello había tenido un error de pilotaje (entró demasiado deprisa en la Variante Bassa), Ratzemberger fue víctima de la rotura de un alerón de un alerón delantero del Simtek, que perdió adherencia a 304 km/h y salió recto en la Curva Villeneuve, chocando de frente contra el muro de cemento a unos 300 km/h. Murió casi al instante debido a la violencia de la desaceleración.


Senna fue al lugar del accidente. Esta iniciativa le valió una represalia de la FIA y de la dirección de la carrera: “su función es pilotar...”

Ayrton Senna, que antes de la salida del austríaco ya había conquistado la 65ª pole-position de su carrera, ahora estaba realmente preocupado y nervioso. Fue a la parte trasera de los boxes, solo, y lloró. Estaba naturalmente perturbado con aquel fatal accidente. Era la primera muerte de F1 en la pista desde el 13 de junio de 1982, cuando el italiano Ricardo Paletti pereció en un accidente en la salida del GP de Canadá. Ésta era la 32ª muerte de un piloto de F1 en pista.

Esa noche, Ayrton habló con su novia Adriane Galisteu en su casa de Quinta do Lago, y le confesó su inseguridad y su poca voluntad de disputar aquel Gran Premio. “No tengo buenos presentimientos, y, si pudiese, no correría”, le confesó al teléfono. Adriane intentó animarlo: “Eres fuerte y vas a conseguirlo”.
Diferente de lo habitual en los boxes
Celso Itiberê cuenta que aquel domingo 1 de mayo, Ayrton Senna parecía otra persona. Lo mismo sintió el francés Armand, cámara de TV Globo: “Estaba distinto, preocupado”.

Valerie Junquera, de Elf, y Riccardo Patrese coinciden en que Senna estaba preocupado y pálido desde el viernes.
El tricampeón, que antes de dirigirse a la parrilla llegaba siempre a los boxes lleno de energía, bromeando con los mecánicos, se comportó de forma poco usual. Se debió de dar cuenta de que no era un domingo como cualquier otro, y se mostró bastante sensato y reflexivo.
Llegó temprano para el warm-up, regresó al motor home y, al dirigirse al briefing de pilotos, conversó primero con Lauda y luego con Berger. Al volver, se encerró en el motor home. Ese es el comportamiento normal de un piloto de F1 un día de Gran Premio, al que Senna obedecía religiosamente. El ritual habitual cambió ese día cuando salió para la carrera. Entró en los boxes a las 13h 27m e hizo algo completamente diferente: tardó mucho en salir del box. Apoyó ambas manos en los extremos del alerón trasero, miró el coche y se quedó así, inmóvil, durante algunos minutos, como si fuera a pronunciar una oración.
Un funcionario se le aproximó y le pidió un autógrafo. Senna movió negativamente la cabeza, indicando que no quería ser molestado. Patrick Head llegó y le dijo algo, Ayrton lo miró un momento y regresó enseguida a su posición anterior, hasta que finalmente se dedicó a mirar lentamente todas las partes del coche, por delante y por detrás. Parecía tener un sentimiento interno de que necesitaría algo más que su extraordinaria capacidad para superar la prueba que estaba a punto de dar comienzo. Sólo después, Senna se colocó el casco y, sin pronunciar una palabra, se colocó al lado del cockpit. Entró enseguida y se abrochó el cinturón. Parecía extraño y estaba triste, pensando todavía en lo que había sucedido la víspera.
Antes de entrar en el coche, según contó Galvao Bueno, le pidió a Julian Jacovi que le proporcionase una bandera de Austria. Confiaba en que iba a ganar aquella carrera, y quería celebrar la victoria con una bandera austríaca en homenaje a Ratzemberger.
Empezaba el principio del fin
Finalmente, Ayrton pidió que pusieran en marcha el motor y salió hacia la pista para la vuelta de formación de la preparrilla. De nuevo hizo una cosa diferente. Normalmente, Senna daba dos vueltas antes de llevar el coche a la parrilla. La primera la daba por el pit-lane y la segunda era para calentar los neumáticos y verificar si todo estaba en orden. Aquel día dio tres vueltas al circuito Dino e Enzo Ferrari.
Tras detener el monoplaza, Senna se quedaba siempre dentro del coche, con el casco colocado, totalmente concentrado, no hablaba ni concedía entrevistas. Aquel día, sorprendentemente, Senna se quitó el casco y lo colocó en el lateral del coche. Pocos minutos antes de la salida, habló a los periodistas y reveló su preocupación a las cámaras de televisión de todo el mundo: “Mi automóvil es difícil de conducir, es nervioso. El circuito es resbaladizo y peligroso. Faltan escapatorias...”

Tamburello: la curva fatal
La salida fue agitada. Pedro Lamy no vio el Benetton de J. J. Lehto detenido y chocó violentamente con él. La pista se vio invadida por los restos de los dos coches y tuvo que interrumpirse la prueba. Sin embargo, la dirección de la prueba decidió hacer entrar al Pace Car en lugar de detener la carrera. Ayrton había salido el primero y se mantenía líder de la prueba detrás del Pace Car.
En la vuelta 5ª, el Pace Car salió de la pista y la carrera continuó. En la vuelta siguiente, Ayrton pasó por última vez por la línea de meta, 0,675s por delante del Benetton de Schumacher.
En la entrada de la curva Tamburello, alrededor de las 14h 18m, el Williams rozó el pavimento y escapó al control del piloto. En la vuelta anterior, Senna había levantado el pie del acelerador en aquel punto, a 303 km/h (en las clasificatorias había pasado a 312 km/h). En aquella vuelta fatídica circulaba a 310 km/h. El monoplaza chocó contra el muro de cemento, a tan sólo 15 metros de la pista, sin ninguna escapatoria de arena u otra zona de desaceleración. El neumático delantero derecho sufrió el primer impacto. El coche rebotó de nuevo hacia la pista, dio media vuelta y regresó a la escapatoria. Siete segundo después de la colisión, el automóvil, destrozado, se detuvo con la parte delantera y el lado derecho, excepto el cockpit, totalmente destruidos. La cabeza del brasileño se estremeció imperceptiblemente dos veces, la primera 1m 58s después del choque, y luego se inmovilizó. Delante de la televisión, horrorizado, todavía tuve una esperanza. Como todos, Pero era en vano.
En el lugar del accidente, en el punto exacto donde el Williams alcanzó de lleno el muro blanco de Tamburello, quedó una mancha azul Rothmans. En el pavimento, donde fue colocado el cuerpo de Ayrton sobre una camilla, una enorme mancha de sangre, la cabeza oculta por los médicos y los enfermeros con una sábana verde.
¿La causa del accidente? La cadena de televisión francesa TF1 fue la primera en detectar el problema, después de analizar la escena del accidente grabada en la cámara instalada en el coche de Schumacher. El reportero de la TF1 y de Sport Auto Jean-Louis Moncet, pasó la escena del accidente, imagen tras imagen, en cámara lenta, ampliándola y enfocándola luego desde la posición del piloto alemán. La TF1 enfocó la parte baja del coche de Ayrton. Inmediatamente, el coche de Senna salió de la pista.
Muerte clínica de Ayrton Senna
Los socorristas llegaron al coche en 21 segundos y los médicos 1m 10s después del choque. Después de intentar quitarle el casco, los médicos colocaron el cuerpo de Senna en el suelo y enseguida le fue efectuada una traqueotomía (abrir una vía en el cuello para que el aire llegue a los pulmones). En el cemento era visible una gran mancha de sangre que dejó a todo el circo en vilo mientras el piloto era transportado en helicóptero al hospital Maggiore de Bolonia, 17m 02s después del accidente.
Según el primer boletín clínico que leyó la doctora Maria Tereza Fiandri a las 16h 30m, Ayrton Senna presentaba “traumatismo craneal, shock hemorrágico y coma profundo”. Sin embargo, el equipo médico no constató ninguna “lesión torácica en el abdomen”. La hemorragia fue debida “a la rotura de la arteria temporal superficial”.
Por su parte, el neurocirujano que asistió a Ayrton Senna en el hospital dijo que el caso no permitía ninguna intervención quirúrgica porque la lesión era “generalizada en el cráneo”. Y adelantó a los periodistas: “No hay un hematoma concreto que justifique una operación. Los daños son los peores posibles y generalizados”.
A las 18h 05m, la doctora Fiandri, visiblemente emocionada, leyó otro comunicado que anunciaba la muerte clínica de Ayrton Senna, tras la interrupción de cualquier actividad cerebral. El piloto continuaba con respiración asistida, que mantenía su corazón en funcionamiento.
“El electroencefalograma de Ayrton Senna no registra ninguna actividad. Lo mantenemos vivo porque la legislación italiana así lo exige. No hay esperanzas”, reveló la doctora a la multitud que abarrotaba la sala del centro de prensa del hospital.
Las declaraciones causaron una profunda conmoción. Unos lloraban, otros salieron disparados de la sala. A las 19h 05m la doctora Fiandri apareció de nuevo en la puerta de urgencia del hospital. Pidió calma y reveló: “A las 18h 40m Ayrton Senna no presentaba ninguna actividad cardíaca. Ha muerto”.
Muchos lloraron de nuevo. No parecía cierto. La muerte está siempre cerca de los pilotos de Fórmula 1, pero nadie lo ve o no quiere verlo. Junto al cuerpo de Senna, en la sala de reanimación, se encontraban su hermano, Leonardo, la asesora de prensa Betise Assumpcao y algunos amigos.
Un comunicado de la FIA anunciaba, a las 19h 30m, que Ayrton Senna se encontraba “en coma profundo”, que los exámenes médicos revelaban que su cerebro estaba muerto y que las condiciones generales empeoraban. A las 19h 55m fue anunciada su muerte, que según el hospital ocurrió a las 18h 40m.
Sin que nadie se diera cuenta, Frank Williams se desplazó al hospital sobre las 20h y permaneció allí por espacio de dos horas. Bañado en lágrimas, habló largo rato con Leonardo y le pidió disculpas por haber sido en uno de sus coches donde Senna encontró la muerte. Para el dueño de Williams, las relaciones con el piloto habían trascendido el límite de lo profesional: “Establecimos una admiración recíproca desde 1983”.
Poco antes de las 22h, el hospital envió el cuerpo de Senna al Instituto Médico Forense, desde donde la justicia italiana lo repatriaría a Brasil.
Los pilotos, abatidos, exigen mayor seguridad
Para Michael Schumacher, ganador del GP de San Marino, las muertes de Imola oscurecieron su victoria:
“Lo que ha sucedido no tiene explicación. Yo estaba detrás de Ayrton y en la vuelta anterior vi que estaba un poco inestable y que patinaba en aquella curva. En la vuelta siguiente, se deslizó de lado y perdió el control”.
El ex piloto de Fórmula 1 Clay Regazzoni era la viva imagen de la revuelta en Imola. Sentado en una silla de ruedas desde el accidente en el GP de Long Beach en 1980, el suizo de 54 años criticó severamente a la FIA, pues consideraba que “a esa gente no le interesa el deporte. Comparado con ellos, Hitler sólo era un aficionado”.
El argentino Juan-Manuel Fangio, único pentacampeón mundial de Fórmula 1, de 82 años, sintió malestar cuando se enteró del accidente que causó la muerte de Ayrton. Al día siguiente hizo una conmovedora declaración en una revista, en la que consideraba “a Ayrton como el más digno de mis sucesores y el único capaz de superar mi récord de cinco títulos.”
Sus rivales, también conmocionados
Alain Prost, Nelson Piquet y Nigel Mansell son pilotos que en el pasado sostuvieron grandes luchas con Ayrton Senna. La muerte del brasileño los dejó extremadamente conmocionados.
Abatido por la trágica muerte de su mayor rival, ocurrida el mismo día en que se habían reconciliado, Alain Prost no ahorró críticas a los dirigentes de la Fórmula 1, afirmando que desde que Jean-Marie Balestre había dejado la FISA, los responsables nunca más se preocuparon de los aspectos de seguridad, teniendo en cuenta solamente “el espectáculo y el dinero”.
Para el tetracampeón mundial francés, “el accidente se debió a un fallo mecánico”, y apuntó: “Ayrton se preocupaba por los problemas de seguridad, consciente de que los coches de Fórmula 1 eran peligrosos”.
Prost, en una entrevista a la TF1, refirió que “la muerte de Ayrton Senna representa también la muerte de parte de mi vida. Yo necesitaba a Ayrton, así como él me necesitaba a mí. Tengo un gran respeto por él. Un respeto que va más allá de nuestras diferencias”.
Nigel Mansell, uno de los últimos rivales de Senna, afirmó quedarse “en total estado de shock después de esta terrible pérdida”. El británico recordó las emocionantes pruebas que había compartido con Senna, y comentó que le era imposible decir lo que representaba la muerte del tricampeón. “Cuando un gran piloto y campeón pierde la vida, deja un gran vacío.”
Cortejo hasta el aeropuerto
El miércoles 4 de mayo, a las 17h 15m, el coche funerario se preparó para salir, provocando una enorme agitación entre los admiradores del campeón. Leonardo Senna había regresado a Brasil el día anterior. En el aeropuerto aguardaba otra multitud. El ataúd, cubierto con una bandera brasileña, fue embarcado en un DC-9 de la Fuerza Aérea Brasileña. En el interior, acompañando al cuerpo, Celso Lemos, Betise Assumpcao y Galvao Bueno. Las puertas se cerraron a las 18h 17m, y el avión se dirigió a París, donde el cuerpo fue trasladado a un avión de Varig.
Héroe muerto y glorificado
Una de las características del alma brasileña es la del culto emotivo al héroe muerto. Ya es costumbre de este pueblo, que tantas frustraciones y privaciones sufren a diario, reverenciar, en el velatorio y en el entierro, a aquellos pocos personajes a los que elige como héroes.
Para el brasileño, el triunfo de Senna en la Fórmula 1, el deporte de más alta tecnología del mundo, llevó al país a ser reconocido en todo el globo y a aproximar a Brasil al llamado Primer Mundo. El éxito de Senna representaba la superación de los fracasos del pueblo. La fatídica curva de Tamburello representó la muerte de más de un sueño, y la Nación entró en trance. No era de extrañar, por lo tanto, que millares de personas se reunieran para rendir un último tributo a su héroe nacional. Por eso, la conmoción fue general y se vivió un clima de desesperación, de histeria y de fiesta religiosa, saludando con cánticos la marcha del ídolo amado.
El pueblo lo espera en Cumbica
A la llegada del avión al aeropuerto de Cumbica, en cuyas vías de acceso se registraba un gran movimiento, soldados de la Policía de Aeronáutica sacaron el ataúd por la puerta de atrás del avión y lo colocaron en una plataforma elevadiza. El cuerpo de Ayrton Senna estaba de nuevo en suelo brasileño. Cadetes de la Escuela de Policía Militar lo transportaron hasta un coche de bomberos en presencia de las autoridades: el gobernador del estado de S. Paulo, Paulo Maluf. En ese momento, automóviles y camiones hicieron sonar sus bocinas. Algunos aplaudían; otros lloraban.
250 mil personas acompañan al cortejo fúnebre
El cortejo fúnebre (acompañado por cerca de 250 mil personas y transmitido en directo por las cadenas de televisión brasileñas y por Eurosport para millones de espectadores) recorrió los 31 km que separan el aeropuerto de Cumbica de la Asamblea Legislativa, en Ibirapuera.
Según la compañía de tráfico, la caravana llegó a tener 101,8 km de largo, comparado con los 50 km de los días ‘normales’.
Por el camino se veían caras tristes, banderas brasileñas, carteles con fotos del piloto... En las calles, los apresurados paulistas se detenían, los vendedores ambulantes se acercaban y aplaudían al ídolo que pasaba. Con la misma intensidad de dos meses antes, en Interlagos. Las cintas cubrían de verde el camino recordando a Senna. De los balcones caía una lluvia de papel. Y no eran por alegría de un Año Nuevo, sino por la tristeza de una Nueva Era sin Senna.
Prost comparece en la despedida de Senna
Uno de los momentos de mayor emoción fue la presencia de Alain Prost en el velatorio. Prost entró acompañado de Betise Assumpcao. No se aproximó al féretro, sino que lo rodeó un par de veces a cierta distancia e hizo la señal de la cruz. Con él estaban Patrick Faure y Christian Contzen, presidente y director de Renault Sport.
Prost estuvo cerca de 10 minutos, y recibió un emotivo abrazo de la última novia de Senna, Adriane Galisteu. Gerhard Berger, Rubens Barrichello, Christian Fittipaldi y Pedro Lamy fueron los otros únicos pilotos de Fórmula 1 que acudieron al velatorio. Frank Williams pasó por allí sin pronunciar palabra. Estaba sinceramente emocionado y lloraba todo el rato. El comportamiento del patrón de McLaren, Ron Dennis, fue muy diferente. Xuxa Meneghel, que entró en la sala pocos minutos después de la salida de Adriane Galisteu, mereció atenciones especiales de la familia. Llegó y se fue en el coche que transportó a los padres y hermanos de Senna.
La popular presentadora brasileña acarició el féretro y lloró. Después de Xuxa, se acercaron al ataúd el padre, Milton da Silva, la madre, Neyde, la hermana, Viviane, con su marido, Flávio Lali. Mientras que los padres pudieron controlar su emoción, la hermana cogió el casco de encima del féretro y se abrazó a él, llorando convulsivamente. Su hermano Leonardo se unió a ella.

Enterrado con honores de jefe de Estado
Bajo una salva de 21 disparos, efectuados por cuatro cañones del 2º Ejército, y acompañado de bocinas y sirenas, el coche de bomberos, que transportaba el ataúd de Senna, dejó Ibirapuera a las 10h del 5 de mayo en dirección al cementerio de Morumbi.
El deseo del pueblo era entrar allí para asistir al entierro. Un fuerte dispositivo policial, a tres kilómetros del cementerio, frustró a todos. Desde allí hasta el lugar en que sería enterrado Senna sólo podían pasar los invitados de la familia y los periodistas.
Dentro del cementerio, 15 pilotos y ex pilotos aguardaban la llegada del cuerpo de Senna: Emerson, Wilson y Christian Fittipaldi, Barrichello, Moreno, Boesel, Prost, Stewart, Herbert, Boutsen, Berger, Alboreto, Lamy, Stuck, Warwick y Hill. Cuando llegó el coche de bomberos, los pilotos acudieron para conducir el ataúd hasta la sepultura. Xuxa Meneghel llegó en el coche de la familia del piloto, mientras que Adriane hizo el recorrido en uno de los autocares que transportó a los amigos. La familia Senna estaba inexplicablemente fría con Adriane y parecía que Xuxa merecía todas las atenciones familiares.
La caja con el cuerpo de Ayrton Senna pasó de las manos de los cadetes a las de los pilotos. Entonces soldados del Ejército brasileño dispararon tres salvas de tiros de fusil. Poco después pasó la escuadrilla aérea. Faltaban cinco minutos para mediodía cuando el féretro fue cargado de nuevo en hombros de 12 cadetes de la Policía Militar que lo llevaron a la sepultura. La ceremonia de encomendación del cuerpo duró 40 minutos.
A las 12h 35m, la Escuadrilla aérea diseñó en el cielo un corazón y la “S” de Senna.
Ahora, el hombre que murió centenas de veces en las pantallas de televisión, cuyo monoplaza chocó exhaustivamente contra un muro en una pista italiana y cuyo nombre fue repetido por el mundo entero, queda sólo una eterna felicidad. Su cuerpo descansa en el punto más alto del cementerio de Morumbi. Sólo una placa de bronce, bajo la sombra de un ipé amarillo: “Ayrton Senna da Silva –21/03/60 y 01/05/94 – Nada puede separarme del amor de Dios”.
Entre los miles de mensajes que llegaron de todo el mundo, había uno muy especial: “Apreciado Ayrton: muchas gracias por los buenos momentos que pasamos juntos. Nosotros, que tuvimos el placer de conocerte personalmente, como todos los que te acompañaron en tu carrera, te recordaremos siempre. Esperamos que tu familia tenga fuerzas para superar este gran dolor. Queda en paz. Equipo McLaren”.
Se fue un campeón, pero queda el mito que permanecerá siempre en los anales de la historia del automovilismo mundial, en la memoria de los brasileños y de todos aquellos que directa o indirectamente disfrutaron con él y los que se interesan por la Fórmula 1.
Se acabó el sueño del pueblo brasileño y de los amantes de la Fórmula 1. Todos los domingos. Quedarán siempre en la memoria los momentos sublimes. Murió el campeón. Viva el campeón. Paz a su alma."
Por Francisco Santos.